Desde el viernes que salimos de Gran Canaria una parte de nosotros sabía que el equipillo no iba a cambiar la dinámica. Aunque es innegable que, la otra parte de uno, pensaba que en Miranda se iba, de una vez por todas, a dar un puñetazo sobre la mesa y demostrar que se quiere ascender. O por lo menos jugar la promoción.
Los desplazamientos amarillos siempre llevan alegria, fiesta y risas consigo. Es algo que los canarios llevamos dentro. Además, el objetivo del viaje es ver al equipo de tus amores, por lo que se va dispuesto a divertirse aunque el clima, los retrasos en los transportes y algún que otro contratiempo de última hora haga peligrar la continuidad de la expedición. Pero claro, ante todo está el partido, que es lo que uno va a ver.
Maleta antes de salir hacia el Aeropuerto de Gran Canaria |
Llegando a Burgos |
En la guagua camino de Miranda de Ebro |
Cantando y dando bombo en la entrada al Hotel |
Yendo por una calle principal hacía Anduva |
En cuanto al partido... poco se puede decir. Nos dejamos la garganta animando a nuestra Unión Deportiva (algunos no podemos hablar aún). Y aunque el resultado no fuese favorable, no fue éso lo que más impactó a los que allí nos encontrábamos. La actitud que mostraron, la poca concentración en el campo, el posterior deje... no se puede explicar.
Existe la filosofía de no focalizar las críticas en jugadores en concreto y que sea el montante de equipo y cuerpo técnico quiénes se lleven la crítica por el trabajo ejercido sobre el césped. Dicha filosofía es algo que no me agrada, y aunque es verdad que es una manera de no derrumbar la moral de un jugador (¡Perdimos por su culpa!), hay veces que es necesario poner de manifiesto quién fue el detonante en una cadena de desastre tras desastre.
Desarrollo del partido en Anduva |
Según comenzó el partido, los jugadores del Mirandés estuvieron serios con su cometido, comprometidos con su objetivo. Entraban fuerte, nadie los movía de sus posiciones, corrían hasta que no podían más y tenían que parar para jadear. Nosotros pecamos de ingenuos. Puede que se pueda criticar la actuación arbitral, que no pitase las incesantes faltas a Thievy (como siempre), que no condenase las absurdas tiradas al piso de los locales (véase las caídas con Tato, por ejemplo), que no pitase los fueras de juego o que no sacase las amarillas que debía por lo "fuerte" que entraban al balón. Pero no es justificación para que, con la calidad que atesora nuestra plantilla, hubieran menos de diez tiros a puerta.
Si no hubiese sido por la espléndida actuación de Barbosa, quién sabe cuántos tantos hubieran anotados los rojinegros... ¿Por qué estamos sufriendo para colarnos en la promoción de ascenso? ¿Debemos conformarnos con quedar sextos y pelear con la Ponferradina hasta la última jornada? No soy conformista. No viene en mis genes. Tenemos un equipo capaz de estar ascendido a estas alturas. Ocasiones no nos han faltado, pero las tiramos todas a la vasija. No es justo que, pudiendo estar arriba con el Elche, desde algunos sectores se nos pida conformismo con una sexta plaza.
Después del partido salieron los jugadores derrotados por la situación. La cara de Murillo, un poema. Barbosa, enfadado con la actitud del equipo (recriminó a sus compañeros que diesen más de si en varias fases del encuentro). Thievy, igual que el argentino. Todos llevaban la decepción en sus caras. Sabían que podían haber asegurado la plaza, pero dejaron escapar otra oportunidad.
5683 personas presenciaron el choque y nos dejaron estampas como ésta:
A posteriori se pueden achacar mil cosas. Podía haber entrado Pando en vez de David González (estaba descartado), podía haber quitado a Momo por Pedro Vega (puestos a buscar rapidez y centros...), etc. Pero bueno, Lobera sabe lo que quiere del equipo y lo que hace. Su trayectoria se está empañando en estos últimos partidos. Cada vez hay menos gente que confía en su método. Y la historia se parece cada vez más a la que vivió Paco Jémez.
Los jugadores se fueron camino de Bilbao y nosotros camino del hotel. Estábamos afónicos, cansados y derrotados. Unas cervezas y discusiones sobre el encuentro (aparte de la final de la Copa de Europa) hicieron pasar la noche hasta que nos fuimos a la cama.
Al día siguiente nos levantamos de nuevo con la moral alta y el ánimo intacto. Por delante teníamos una hora de guagua hasta el aeropuerto de Bilbao. Como no, volvíamos a las canciones, los cánticos y las risas. Somos de la Unión Deportiva. Si no nos hemos caído con lo acontecido durante años hasta ahora, es porque este escudo se nos queda grande a todos. Lo llevamos en la sangre.
Llegada al Aeropuerto de Bilbao |
Vuelo a Gran Canaria desde Bilbao |
La verdad es que el hermanamiento entre nosotros y con la afición del Mirandés, hizo que valiese la pena el dinero y tiempo invertidos en el viaje.
Foto de grupo de todos los desplazados desde Gran Canaria |