Hace menos de dos décadas, en 1996, el grupo Metálica dejaba a su melenudo público aterrorizado
con sus largas cabelleras de punta ante lo que se convertiría en el primer gran
esperpento que la banda había parido. El feto, perdón, el disco, titulado “Load” se convertiría en una especie de larva
comercialoide que luego se haría bicho con “Reload” y posteriormente monstruo
verde del pantano con “St. Anger” (2003), en el que se trató de hacer olvidar el pasado de
la banda para abrazar los conceptos futuros del nu-metal. Esto me suena. Los
amantes del género, evidentemente, criticaron el momento. Pero ésta no es la
única banda que ha sufrido el ataque de los que le siguen: John Lennon y su “WeddingAlbum” –con la baifa de su mujer balando,- Guns N’ Roses y su desabrido “The
Spaghetti incident?,” los Stones con “Black and Blue” y otros tantos se han
enfrentado a las duras críticas de sus fans más acérrimos.
Supongo que deberíamos de lapidar a estos seguidores por su incomprensión, por no apoyar al grupo que amaba en un momento de pobre y dura, aunque lucrativa, debilidad.
¿No?
Supongo que deberíamos de lapidar a estos seguidores por su incomprensión, por no apoyar al grupo que amaba en un momento de pobre y dura, aunque lucrativa, debilidad.
¿No?
Pues parece que sí, en los últimos días se ha condenado a la
afición de la Unión Deportiva Las Palmas por silbar el juego de su equipo en el
último partido y por quejarse tanto. Los argumentos esgrimidos no pueden ser
más claros: el aficionado de Las Palmas es bruto y bipolar porque, obsesionado con lo histórico
que fue, abronca al equipo a la mínima de manera cruel y sin una pizca de
paciencia, es decir, si ganamos porque somos los mejores y si perdemos porque somos los peores... Nos suena la frase ¿verdad? Pues bien, permítanme decirles
que, bajo mi punto de vista, esta forma de interpretar el sentimiento de la
hinchada amarilla sí que es simplista y atenta contra lo único que mantiene la esencia del espíritu amarillo. La Unión Deportiva Las Palmas está aquí
porque tiene una afición que la sigue, que la ha seguido, y que la seguirá. Una
afición que es el principal dueño y señor de la existencia del equipo. Sin hinchada
no hay equipo.
Foto vavel.com |
En el spot de la campaña pasada 2012/13 ya se arremete
contra el aficionado: “Abuelo, vámonos que ya no es aquí,” es la frase final
que le dice el nieto a un señor que gruñe nostálgico mientras observa desolado cómo se
pudre el Estadio Insular. La actitud es tan mordaz como defensiva: "El pasado no
decide el futuro. Lo decides tú." El lema es claro también, “Querido
aficionado pesadilla: deja de pensar tanto en lo grandes que fuimos totorota y
préstale más atención a lo molón que es nuestro estadio y lo rapera que es
nuestra mascota.” Pues siento mucho decirles que eso es imposible, la Unión Deportiva es tan
importante en Gran Canaria por lo histórica que fue, por cómo nos recuerdan las
personas mayores, por lo que estos nos han transmitido, y esencialmente por lo
que es ahora gracias a la sucesión de muchas, muchísimas temporadas. Es decir, Las
Palmas existe por cada una de las campañas que ha hecho, y sin ellas, Las
Palmas dejaría de ser lo que es, sería otra cosa, pero no sería Las Palmas. No
podemos entender el presente sin prestar atención al pasado.
En definitiva, nadie puede criticar la impaciencia del aficionado. Si Las Palmas tiene –o mejor dicho- le queda, la afición que ahora le sigue, es por la paciencia de una grada que siente y padece.
Y si esta gente se queja no lo hace contra su equipo, no se equivoquen, protestan contra unos jugadores que no se dejan la piel para conseguir la victoria (Tres partidos y cuántos disparos a puerta, ¿tres?), contra una directiva polémica y entrometida, y muchos contra un cuerpo técnico que no realiza bien su trabajo. Pero el amor al club sigue intacto, como el amor a “The Unforgiven” de Metallica por parte de los heavys, o como un beattlemaniaco ama a Lennon. El espíritu de la sustancia conseguido en el tiempo es respetado y admirado por los seguidores amarillos, es el hoy lo que falla, lo temporal, por eso la grada saca su ira. Porque nuestro espíritu es grande pero nuestra imagen pequeña. Porque no se le respeta. Y porque el equipo le pertenece. Nada lo excusa, ni el bajo presupuesto ni mucho menos que estemos en el inicio liguero, los jugadores tienen que darlo todo en el campo, sean quienes sean, porque simbolizan algo mucho mayor que ellos: son parte de la historia de la Unión Deportiva Las Palmas.
"Los aplausos esperan un éxito" Benjamin Franklin