La final por el ascenso se dirimirá el próximo domingo en el Estadio de Gran Canaria tras el empate a nada obtenido en el Nuevo Arcángel. El pánico a perder la opción de ascenso limitó la gallardía de unos planteamientos tácticos que pecaron de bastante conservadores.
Y si el temor a besar la lona a las primeras de cambio provocó en ambos técnicos un planteamiento donde prevalecía el no encajar gol a materializarlo, no fue eximente de un choque con altas dosis de intensidad con origen en la ansiedad por lo que estaba en juego más que por la calidad del juego en sí mismo. Ni el Nuevo Arcángel fue un infierno ni su afición fue excesivamente hostil, casi lleno en las gradas del magnífico estadio de fútbol que es, con un buen ambiente pero que realmente no generó una presión añadida de más a los jugadores amarillos.
Como se había cantado en la previa, este partido no manejaba misterio alguno, no hubo halo para la sorpresa ni aliento para el romanticismo. Con las cartas boca arriba, ambos conjuntos fieles a su estilo con mismo esquema táctico pero diferente planteamiento, desde el primer minuto se podía vislumbrar que no habría lugar para la lÍrica futbolísticas. Un Córdoba que a pesar de su condición de local jugaba con descaro a la contra buscaba aprovechar la velocidad de su despliegue ofensivo mientras se defendía. Sufría en los primeros compases Las Palmas acostumbrada a un ritmo más pausado, el juego vertical y veloz en la salida del Córdoba puso en varios serios aprietos a la UD, pero el desacierto local o las manos de Barbosa evitaron males mayores.
Vicente Gómez, titular ayer, en la conducción. Foto: ©LaProvincia.es |
Con Vicente Gómez de titular, la UD perdía capacidad de sorpresa en el último pase, pero ganaba en llegada y presencia física en la medular. Así, poco a poco, cuando el Córdoba recuperaba fuerzas, la UD tomaba la iniciativa del partido sin premura. De forma pausada elaboraba el juego, rumiando la jugada mientras Aranda se fajaba contra toda la zaga rival. Labores de desgaste que si el malagueño no lograba aprovechar en el segundo periodo alguien tendría que disfrutar.
Con momentos alternos donde el Córdoba elevaba el ritmo acosando el área de Barbosa hasta donde le dejaban sus fuerzas y en dondes la UD resistía con solvencia, a los momentos en que los de Josico tomaban el control del partido temporizándolo quizás demasiado. El partido fue hosco para el espectador, contadas ocasiones, un partido de pizarra y despliegue físico donde el pavor a encajar gol lo condicionó todo.
Al descanso las lecturas por parte amarilla estaban claras, solventes en la defensa la UD renqueaba en la medular y la vanguardia, un extenuado Aranda lucha en solitario generando espacios para sus compañeros que más timoratos que de costumbre limitaron sus llegadas desde segunda línea. Y en las situaciones que llegaron al áerea rival se volvió a evidenciar que a este equipo le cuesta anotar a pesar de contar con bastantes ocasiones por encuentro.
Aranda se lamenta de una ocasión perdida. Foto: ©Acfi Press. |
Tras la reanudación, y con el paso de los minutos, se pudo comprobar que "el Chapi" Ferrer enrocó aún más a su equipo en el rol contragolpeador, menos vertical y menos osado que el primer tiempo, el partido tornó en plácido para una UD que no volvió a sufrir mucho más. Los cambios introducidos por Josico buscaban generar peligro arriba con la presencia de Valerón, Asdrúbal y Chrisantus, tres llamados generar verticalidad, velocidad y brega en la vanguardia, pero la táctica se impuso por encima de la inspiración. Quizás estos tres jugadores sean titulares, dentro de unos días en el Gran Canaria.
Al acabar el encuentro las tablas parecieron un tácito acuerdo entre ambos equipos, que decidirán su suerte en el coliseo grancanario. El Estadio de Gran Canaria sí que será un infierno de color amarillo que llevará en volandas a los suyos en busca del ascenso con 32.000 apasionados fieles sedientos de primera división que los 12 años para ellos fuera de la élite son los mismos que los 42 años para los cordobeses.