Sin los ultra nacientes, sin unos
de los nuestros, de los más fieles y singulares. Uno de los poquísimos de
España que tienen como única ideología los
colores de su equipo, el amarillo y el azul. Unos ultras que ni se alían ni
rivalizan con otros por motivos que se escapan de la frontera del fútbol.
Tampoco arramplan a las ocho de la mañana de un domingo cualquiera con las
cuberterías de los restaurantes de la zona para ir a jugar al Street
Fighter. Sin embargo, están siendo tratados como si hubieran realizado
tropelías peores, ya se sabe, pagan justos por pecadores.
Este acoso y derribo tenía dos
finales anunciados, si no reculaban las instituciones, la peña acabaría
plantándose, muy a su pesar. Lo más sorprendente, es que tras haber cesado su persecución, las circunstancias y la
incompetencia han hecho que volvieran a cortarles sus alas, su razón de ser, lo
que les pertenecía por derecho y se habían ganado mediante hechos. Por
demostrar una fidelidad y amor por unos colores que llevan tatuados en su tez,
dándole calor y entusiasmo a un estadio frío y desangelado.
Han sido un ejemplo hasta para
quejarse, no animando hasta el minuto diez para después dedicarse a hacer lo
que mejor saben a pecho descubierto, sin más utensilios que sus voces y
su amor por la Unión Deportiva. Cada vez que recuerdo su frente totalmente lleno
el día del gol de Vicente, me parece aún más increíble que no vaya a verles el
próximo domingo.
Eran los que más lejos estaban y
los que más se hacían notar, animando a sus jugadores hasta la extenuación.
Esperemos que pronto vuelvan a su sitio, a su grada. El presidente por su
parte, está intentando deshacer el entuerto ejerciendo de mediador. Me lo
imagino desde un jardín de Tafira dialogando con voz persuasiva mientras pela
una naranja. Desvaríos cinéfilos aparte, esta situación era tan previsible como
evitable, pero el entendimiento del ser humano con sus semejantes brilla cada
vez más por su ausencia.
Ninguno de ellos participó en
la invasión del 22-J. No obstante, se perderán lo que puede que sea la despedida
de su máximo rival por un tiempo, ya sea por ascenso de uno o por descenso de
otro. Por el partido que es, seguro que a la grada no le falta color, pero sin
ellos no será lo mismo. También, se les echará mucho de menos el día que el partido se complique y en el
resto de las gradas empiece a oírse ese incómodo run run.
En cualquier caso, desde la grada de enfrente esperamos que se imponga la
cordura y pronto vuelvan al sitio que les corresponde. Hoy nos han confirmado que
no estarán presentes en el derbi. Sin embargo, nadie concibe una Naciente sin
sus ultras ni una celebración sin sus cánticos.
Foto portada: ©udgrada.com