Maldita bipolaridad. La UD Las Palmas se muestra de una forma cuando juega en el Gran Canaria, y de otra bien distinta fuera de casa. En la isla lleva la voz cantante, y pocos equipos (Girona y Betis) le han discutido el balón, cuando juega lejos del paralelo 28 el equipo se achica a pesar de la retórica ante los micrófonos. Sólo cuando las cosas vienen mal dadas, el equipo reacciona y muestra la tensión competitiva y el ahínco necesario para buscar los partidos. ¿Tan difícil es lograr esa concentración y compromiso desde el minuto 1 con el marcado cero a cero?
Números impropios. 4 derrotas en 6 encuentros, 12 goles encajados tan sólo 6 puntos de 18 disputados. Con las previsibles victorias de Betis y Valladolid, la UD puede caer a la 5ª plaza y quedarse a nueve puntos del Betis, 3 de Sporting y Girona y a 2 del Valladolid. Precisamente el equipo de Pucela será el próximo rival, los 2 encuentros seguidos en el Gran Canaria tienen que ser victorias obligadas si se quiere seguir pensando en clave de ascenso directo.
La pasividad de Herrera. El técnico catalán se mostró satisfecho con el rendimiento de sus jugadores, con la actitud mostrada y se lamentaba de las claras ocasiones desaprovechadas en los mejores minutos de su equipo. Confió en exceso en la capacidad de sus jugadores de dar vuelta al marcador, cuando antes de marcar el 2º el Mirandés, el juego de la UD volvió a ser previsible e inconexo. Con jugadores rindiendo a un nivel muy bajo, hasta el después del 2-1 no introdujo cambios que dinamizaran a su equipo.
Ortuño, cara y cruz. El jugador cedido por el Granada se ha destapado como un recurso imprescindible para la vanguardia amarilla. Con su presencia física clava una pica en área contraria, con su capacidad para bregar con los defensas rivales saca petróleo de jugadas a balón parado o en balones aéreos. Sin fortuna de cara al gol, ayer estaba siendo el miembro más activo en el ataque amarillo. Acabó retirándose lesionado en la 2ª parte, sin parte médico aún, su ausencia ante el Valladolid sería una baja muy sensible.
Araujo, on fire. El argentino se encuentra de dulce, su idilio con el gol vuelve a estar viviendo momentos felices y aunque su tanto, canchero metiendo la punterita en una trinchera en área chica, no sirvió para sumar puntos, le vale para lograr la nada despreciable cifra de 17 tantos. Por sus goles pasan muchas de las posibilidades de ascenso de la UD.
Casto, bajón alarmante. El primer gol de Pedro Martín le dejó retratado al marcarlo pegado al palo que cubría. El portero titular para Herrera lleva varias semanas rindiendo por debajo del nivel mostrado anteriormente, con errores e imprecisiones de un hombre de su veteranía y experiencia. Por mucho menos Raul Lizoaín acabó relegado al banquillo.
Momo, desplazado. La profesionalidad, la veteranía y el temple de Jerónimo Figueroa le aplacará de realizar desaire alguno, pero el jugador de Las Torres no está encontrando en Herrera el respaldo y el reconocimiento necesario a sus buenas actuaciones y méritos obtenidos durante la semana. Una jornada más, con bajas como la de Nauzet y Hernán, fue suplente desplazado por un gris e insustancial Jonathan Viera. Para colmo en Anduva ni siquiera se visitó de corto.