Artículo obra de Octavio Santana para ©GradaCurva.com
En el fútbol, como en la vida, sucede algo curioso con determinados
momentos: consiguen que el tiempo vuele al mismo tiempo que parece
deslizarse pegajoso y lento. Los días previos y, especialmente, las
horas que precedieron al pitido inicial tuvieron esa característica.
Era
un hermoso ejercicio observar el caleidoscopio de emociones que
embargaban a los aficionados dependiendo de su edad: ilusión pura y
desbordante en los más jóvenes que nunca habían visto a la UD en Primera
División, ilusión contenida y cicatrices en la cara y el alma de los
veteranos que recuerdan el peaje que se ha debido pasar, las noches
gélidas de 2º B, la deuda desmedida y amenazante, el estadio defendido
únicamente por 4000 mil espartanos, los dioses y demonios del fútbol que
a veces te dan y casi siempre te quitan cuando eres un modesto, la
renuncia a ciertas cosas para poder adquirir un abono. Para aquellos
que no están inoculados de este bendito virus vaya esta frase del gran
Galeano “En la vida uno puede cambiar de mujer, de partido político o de
religión, pero no puede cambiar de equipo”.
No pretendo analizar sesudamente lo visto sobre el terreno de juego, hay muchos que lo harán mejor. Yo sólo sé que cuando arrancó el partido no había un solo “indio” que no contase con una goleada y que, cuando el testarazo de David Simón lamió el larguero o Jan Oblak sacó una mano magnífica (inciso: sigo sin creerme que tenga 22 años) desarbolando el mejor laboratorio de estrategia de Europa la suficiencia se tornó en respeto. Respeto hacia un modelo sostenible y con sello propio. Respeto hacia un equipo que jugó de forma extremadamente solidaria, aguerrida e inteligente. Respeto hacia una UD que al fin vuelve al lugar que merece.
Vendrán noches aciagas, goleadas en contra y “
Quien sabe, quizá dentro de unos años nos sentemos con nuestros hijos o nietos en las gradas del estadio y comience a atronar la megafonía con el himno de la Champions podamos comentarle por enésima vez: “¿Sabes? Todo esto comenzó un 22 de agosto con derrota en el Calderón. Yo lo vi”.
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