Hagamos un ejercicio. Miremos hacia
atrás un poco. El 19 de octubre de 2015, Paco Herrera fue
destituido. Pensemos bien. Octubre. La temporada estaba
desperezándose todavía; los jugadores asimilando el cambio de
división en las piernas y en la piel y se tomó la decisión. La
Unión Deportiva Las Palmas era penúltima, sólo había ganado un
partido (al Sevilla en el Gran Canaria) y tenía, además, sólo dos
empates y cinco derrotas. Cierto es que el calendario nos deparó a
los trasatlánticos casi de manera consecutiva. Pero se tomó la
decisión. Fue sorprendente porque llegó en la jornada ocho. Sonó
apresurado, poco paciente. Pareció un error, sin duda. Porque era
Paco; el que nos había subido. Pero se acertó de pleno.
Quién sabe
si no estamos ante la decisión más trascendental en la historia
reciente de la UD. Con Herrera el equipo jugaba a sobrevivir, y todos
lo hubiéramos firmado. Mantenernos aunque fuera boqueando como un
pez buscando aire en La Rosaleda. Todos hubiéramos firmado ir a
Málaga a jugarnos la vida, pero no hizo falta porque la decisión
que se tomó salió perfecta, fue decisiva y eficaz.
Y salió perfecta porque Setién calzó
perfectamente su idea con nuestros pibes. A los tres días de llegar,
el Villarreal visitaba Gran Canaria y se empató a cero. Hubo
detalles, Tana, por ejemplo, pasó tras tres entrenamientos de excedente a titular y
respondió. El equipo no pretendía sobrevivir sino mostrarse. La
actitud era otra. La UD dejó de estar agazapada para empezar, poco a
poco, a sacar pecho. Roque, en el Bernabéu, una semana después,
perdió un balón iniciando el juego de ataque y costó un gol, el
primero, y ese error fortaleció a Roque, a Setién, a su idea y a
todos. Lejos de culparlo, le ayudó. Hoy en día Roque Mesa es faro,
foco y guía. Y en aquellas derrotas no lo vimos tan claro como
ahora.
Meses más tarde, Javi Varas dio un mal pase y Rodrigo solo
tuvo que empujarla para darle al Valencia el cero a uno. Y no pasó
nada. Ninguna recriminación porque todos habían entendido que esa
era la idea, que esa era la fórmula para llegar a tierra prometida.
Aquel partido se remontó, como la trayectoria amarilla, tras tocar
fondo dos veces (en Getafe con Herrera y en Vallecas con Setién, día
en el que Aythami alzó la voz cuestionando el modelo. Pero se
equivocó. Todos lo vimos después y él también. Quizás aquel día sólo Setién
y Sarabia creían, pero fue suficiente esa fortaleza y esa capacidad para cambiar el devenir por el
que discurrían las cosas y es justo recordarlo ahora)
Traer a Setién fue traer una decisión.
Una brújula. Un camino trazado e inalterable. Que eso engarce como
el zapatito de cristal ajustado perfectamente al pie de Cenicienta es
maravilloso y corresponde a un trabajo muy bien realizado por la
comisión deportiva que encabezan Ramírez, Cruz y Helguera.
La UD hoy es líder de Primera
División, algo anecdótico, pero es hermoso volver la vista atrás y
pensar en la excelente y arriesgada decisión. Sólo queda
felicitarse por ello y desear que Quique Setién este mucho tiempo
aquí, casi diría que sin importar los resultados; debe ser él
quien lleve las riendas de nuestro equipo señero sin par simplemente
porque se ajusta sorprendentemente, como un guante, a nuestros
sueños.