Mal partido de los amarillos ante un Betis que estrenaba entrenador. Dos córners mal defendidos en la primera parte condenaron a los de Setién en un partido en que no se encontraron en ningún momento.
El fútbol, como deporte rey que no tiene casi recovecos vírgenes, tiene lugares comunes que son inescrutables; ideas que están en el aire y a la libre disposición del que las quiera emplear tras cada partido, o incluso, varias dentro del partido; así, frases como "no hay rival pequeño"; "si no se tira no se mete", o "a entrenador nuevo, victoria segura" lo cubren todo sin que se pueda hacer nada.
El fútbol, como deporte rey que no tiene casi recovecos vírgenes, tiene lugares comunes que son inescrutables; ideas que están en el aire y a la libre disposición del que las quiera emplear tras cada partido, o incluso, varias dentro del partido; así, frases como "no hay rival pequeño"; "si no se tira no se mete", o "a entrenador nuevo, victoria segura" lo cubren todo sin que se pueda hacer nada.
Foto: ©LFP.es |
Y esto, este absurdo, a veces, impera. Y tiene su sentido, claro. El Betis estrenaba jefe en la banda y todos, veteranos y jóvenes imberbes acudieron raudos y entregados a la llamada del nuevo director cuando el metraje de la peli ya lleva unas cuantas jornadas a cuestas. Muy serios, muy ordenados, sabedores de que la gracia de la UD está en el juego entre líneas, cerrando el Triángulo de las Bermudas que forman Roque- Tana- Viera el Betis paró el ataque amarillo, ramplón y lento como nunca este año. Petros, especialmente, reflejó con su ímpetu incordiando todo lo que pudo a Boateng y a un Viera que se quejó varias veces al árbitro de las faltas continuas que evitaban que la rueda amarilla girase. Ahí, en ese escenario, el ingrediente que más usó el Real Betis Balompié en el Villamarín fue la constante intensidad, la concentración y la sobriedad necesaria para marcar en dos córners prácticamente siameses en el último cuarto del hora de la primera parte.
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La segunda parte fue un páramo. La UD tenía el balón, pero el encefalograma plano; los amarillos con cierta costumbre a la heroicidad últimamente no encontraron rendijas en la defensa verdiblanca para que Jonathan Viera pudiese frotar la lámpara ni con un Boateng que trataba de generar incorporándose como delantero centro, como viene siendo habitual, pero sin suerte. Vicente Gómez, que hoy empezó en el banquillo, demostró en veinte minutos su relevancia y su clarividencia y además, fue el que más cerca estuvo de marcar con un buen tiro que Adán desvió en un paradón.
Setién debe hacer hincapié, ninguna duda de que así será, en la fluidez en ataque y en las jugadas a balón parado, pero aún con todo, y culminando con las frases hechas del fútbol, la UD tiene 16 puntos a falta de seis fechas para que termine la primera vuelta y debe hacer suya la frase que acuñó el gran Manolo Preciado "ni antes éramos el Bayer Leverkusen, ni ahora somos la última mierda que cagó Pilatos". Corrigiendo errores. Cabecita arriba y a seguir.
Foto portada: ©ABC