Parecía que iba a llegar el cuarto empate consecutivo en casa tras un choque competido, pero dominado por los amarillos, sobre todo durante la primera mitad. En la segunda los vascos igualaron fuerzas sin alardes pero con tanta solidez como peligro. Sin embargo, un controvertido penalti de Leujene a Roque en el último suspiro fue materializado por Viera para que los tres puntos esta vez no salieran de la isla.
El duelo de estilos que Mendilibar se había encargado de salpimentar en la rueda de prensa previa comenzó como se esperaba. Con una UD dominante y con hambre de victoria tras seis jornadas sin alcanzarla y unos armeros que aguantaban el tipo fieles a su estilo Mitsubishi: compacto, pragmático y poco ostentoso. Por su parte, el entrenador amarillo había vuelto a depositar su confianza en Araujo y en un más que discutido Raúl Lizoaín. Precisamente el argentino fue el encargado de protagonizar la primera ocasión del encuentro, pero su disparo -precedido por un centre de Dani Castellano- se acabó encontrando con el poste. Los amarillos se hacían dueños y señores del partido. Y a punto estuvo de sorprender Jonathan Viera a Riesgo con un disparo lejano. Aunque el Eibar no mostraba síntomas de flaqueza y empezaba a intentar disputar la posesión a los de Setién. Con unos delanteros tan peleones como Enrich y Kike, el cual no cesaba de medirse cuerpo a cuerpo con David García.
Prueba de ello fue la tarjeta amarilla que vieron sendos jugadores en el primer tercio de partido. Justo antes que Araujo volviera a atisbar su incuestionable coraje con un disparo a trompicones que los vascos acabaron desviando a córner. La primera media hora transcurría con un nombre por encima del resto de los 21 que habían en el campo. Justo el que porta ése mismo dorsal, un Jonathan Viera que lo mismo se paraba en seco y disparaba sin ángulo, que hacía una cuchara por encima de la defensa. Desafortunadamente, Vicente Gómez se trastabilló al rematar el regalo del de La Feria.
La mejor versión de Araujo en mucho tiempo disputando un balón a los armeros. Fuente: laliga.es |
Durante la primera mitad, el mejor torrente amarillo del último mes y medio azotó una tormentosa noche en la capital grancanaria. Sin embargo, sus méritos no terminaban de fructiferar mientras que los visitantes seguían tan sólidos como insípidos. Con una envidiable presión alta que parapetaba el juego insular. Y es que, el choque de hoy reflejó de forma nítida que la virtud de cada contrincante es el defecto del otro y viceversa.
Ya en la segunda mitad, los armeros corroboraban con efectividad que la alegría del juego amarillo se puede contrarrestar con saber estar. Más cuando tienes en tus filas a atacantes de la talla de Sergi Enrich, que sorprendió en una ocasión en la que el buen hacer de Dani Castellano evitó el primer tanto del partido. La réplica no se hizo esperar mediante otra acometida en banda de El hombre de la Máscara de Hierro, un insaciable Míchel Macedo. No obstante, el conjunto de Mendilibar se asentaba cada vez más en un verde donde la UD seguía controlando el ritmo del partido, pero ya no dominaba. El guión era previsible, el transcurso del partido perjudicaba a los jugones y beneficiaba a los pulmones de unos vascos que también querían llegar antes a la meta de esta night run.
Los amarillos celebrando el ansiado triunfo. Fuente: laliga.es |
Afortunadamente, los de Setién demostraron que son corredores de fondo y se aliaron con la suerte que les fue esquiva en Sevilla y Castellón. Cuando parecía que todo iba a concluir en tablas, Roque ganó la posición a Leujene en el área y se acabó cayendo dentro de la misma. En una jugada que si llega ser al revés ahora mismo estaríamos en estado de guerra contra el comité arbitral. Un regalo del colegiado que compensa los errores de sus compañeros en jornadas anteriores y que demuestra a muchos que el fútbol, como la vida, te da lo que te quita.
Foto portada: laliga.es
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