Miguel Ángel Ramírez se ha jactado siempre de ser un autodidacta exitoso, forjado en la “Universidad de la vida”, aún siendo un empresario de éxito “polémico”, mantiene los reflejos de quien mira a todos lados, de quien busca la oportunidad que muchos desprecian y tan sólo unos pocos atisban en el éxito tras ella.
Más allá de su actividad empresarial, la llegada en 2005 a la UD Las Palmas le puso en el verdadero escaparate, en un púlpito que ni el mejor año fiscal de cualquiera de su conglomerado de empresas le podría dar jamás. Siempre se le tendrá que agradecer la valentía de tomar las riendas de un desvencijado carro que se precipitaba al vacío sí o sí. En aquella UD de telarañas en las arcas, citaciones judiciales en el buzón y desnortada en la cancha, poca luz parecía entrar en las tinieblas que la rodeaban.
A base de ensayo y error, que los hubo y muchos, el club fue creciendo poco a poco. En poco tiempo las victorias y los éxitos se fueron dando de la mano tanto en los terrenos de juegos como en los despachos y los juzgados. Ramírez es un hombre de decisiones, al que le gusta rodearse de gente de su confianza, para ser asesorado del camino a tomar. Al principio su círculo de confianza en la UD era bastante cuestionado, con el tiempo éste mejoró, se tecnificó y se ha ganado cierto crédito de una amplia mayoría gracias a la excelente gestión que ha llevado al club a estar consolidándose en la primera división.
Es por ello que sorprende que la renovación de Quique Setién se esté dilatando tanto en el tiempo. Más de una década tardó en encontrar, y en un momento desesperado, al técnico que captó la idiosincrasia, no sólo de los jugadores puestos a su disposición, sino de un club y una isla que entiende el fútbol y a la Unión Deportiva como un latido más en su día a día. Sacó el rendimiento a una plantilla que con Paco Herrera parecía estar abocada al descenso por la vía rápida.
Un club de fútbol es una entidad poliédrica donde todo confluye en el mismo lugar: la cancha. Poco servirá estar en otra categoría con la Unión Deportiva saneada y siendo un ejemplo de gestión si en vez de recibir a todo un Real Madrid recibes al Alcorcón. Un año después de la llegada de Setién, Las Palmas es un ejemplo recurrente en el terreno de juego y en los despachos, por su gestión deportiva e institucional. Desde que el eje cartesiano del cántabro puso norte en el terreno de juego todo lo demás cobró sentido.
La principal exigencia para renovar no es económica, aunque obviamente haya un aumento de sus emolumentos, sino de la posibilidad de desarrollar un proyecto a medio plazo y con capacidad de decisión. Esto se traduce en tres años de contrato y mayor influencia en la confección de la plantilla, que son las principales exigencias de Setién.
Las líneas rojas marcadas por el entrenador amarillo suponen la entrada directa en una zona que parece ser tan sólo reservada para los hombres de confianza del presidente. Y quizás por ahí se explica la dilación de una renovación que se antoja imprescindible. Si a Ramírez y sus asesores les surgen dudas de otorgar a Setién lo que se ha ganado, quizás, después de tantos errores, aún no hayan aprendido nada.