Partido para olvidar el de ayer en el Gran Canaria, al igual que toda la segunda vuelta. Un Atlético de Madrid que hace tiempo que se desprendió del apelativo de El Pupas no tuvo compasión con los de Setién, desprovistos otra vez de cualquier atisbo de orgullo, espíritu competitivo o mero afán de agradar a los suyos tras un nuevo batacazo en la península.
El aficionado amarillo ha visto como una temporada que empezó como un sueño ha tornado en pesadilla. Y ahora mismo tanto jugadores, hinchas, técnicos como directivos no ven el momento en el que se acabe de una vez. Estaba claro que el liderato que se ostentó en la primera jornada iba a quedar en mera anécdota, pero es increíble lo que han cambiado en unos meses. Ayer sólo hubo un equipo sobre el verde, enfrente tuvo once jugadores -salvo honrosas excepciones- sin alma alguno que, deambularon de un lado a otro sin ejercer ningún tipo de presión , llegando tarde a todos los balones y dejando a los colchoneros campar a sus anchas por zona de peligro desde el minuto dos en el que Saúl asistió a Gameiro para que éste anotara libre de marca. El resto como se suele decir ya es historia, una para no dormir concretamente.
El aficionado amarillo ha visto como una temporada que empezó como un sueño ha tornado en pesadilla. Y ahora mismo tanto jugadores, hinchas, técnicos como directivos no ven el momento en el que se acabe de una vez. Estaba claro que el liderato que se ostentó en la primera jornada iba a quedar en mera anécdota, pero es increíble lo que han cambiado en unos meses. Ayer sólo hubo un equipo sobre el verde, enfrente tuvo once jugadores -salvo honrosas excepciones- sin alma alguno que, deambularon de un lado a otro sin ejercer ningún tipo de presión , llegando tarde a todos los balones y dejando a los colchoneros campar a sus anchas por zona de peligro desde el minuto dos en el que Saúl asistió a Gameiro para que éste anotara libre de marca. El resto como se suele decir ya es historia, una para no dormir concretamente.
Concurrencia de culpas. Como dice el refrán, entre todos la mataron y al final ella sola se murió, precisamente eso es lo que ha ocurrido con la temporada de la UD. Cada uno tendrá su teoría y todas son respetables, unos le achacan los males actuales del equipo al entrenador, otros a los jugadores, a la preparación física, al club, a Trump... Y seguramente todos menos este último hayan participado alicuotamente en este nefasto tramo final de temporada. Todo empezó con una negociación de renovación que nunca debió de mediatizarse y ha proseguido hasta enturbiar el ecosistema del equipo tanto que, lo que era hasta hace poco una fortaleza inexpugnable como había sido el Estadio Gran Canaria hasta el día del Sevilla, ayer fue ayer fue el escenario de una sangría sin parangón. La tercera goleada en cuatro partidos, que evidencian lo enrarecida que se encuentra actualmente la atmósfera que rodea al club.
A Setién sólo nos queda agradecerle los servicios prestados y despedirle con la dignidad que no hemos tenido para poder acabar la temporada con la cabeza alta. Respecto a los que dirigen nuestro club -que son los que se quedan- sólo espero que sean capaces de reflexionar sobre los posibles errores cometidos y mirarse al espejo de la humildad un poco más en vez de al ombligo para que esto no vuelva a suceder. Ya que si esta funesta segunda vuelta nos llega a pillar con un colchón menor o sin tres equipos tan descolgados del resto el disgusto no nos lo hubiera quitado nadie.
Para no ver el final. Retornando un poco a lo que fue el encuentro que -ruego que me disculpen- ni he analizado en profundidad ni pienso hacerlo, primero porque no hay mucho que decir que no sea obvio y segundo porque la mejor forma de entender lo que pasó ayer es echar la vista atrás y ver lo ocurrido en estos últimos meses. Ayer sólo Boateng y alguno más tuvo la actitud que debe tener quien defienda el escudo de la UD, tantas tuvo el germano-ghanés que se pasó de rosca en la acción que supuso su segunda amarilla y dejó con uno menos a un equipo que parecía que estaba jugando con diez desde el minuto uno. Ya en el 18 el resultado era de cero a tres e independientemente de ello lo peor eran las sensaciones y la deplorable imagen mostrada. Es totalmente lógico que te golee un semifinalista de champions, pero no de esta manera, ya que el choque fue como el último tercio de temporada, para no ver el final...
De hecho muchos aficionados ni lo vieron, pues se habían marchado ya cuando cayó el quinto y de los que quedaban otros tanto siguieron sus pasos tras el gol de Torres. Ahora toca intentar reponerse e ir a Gijón a limpiar la imagen de un equipo que nada tiene que ver con el que maravilló a media Europa a principios de temporada. A todo esto el Sporting hoy estará descendido matemáticamente si gana el Leganés, aunque realmente ya lo está desde que la UD perdió en Butarque y más tras claudicar ayer ante el Villarreal, pero seguro que a ellos no les faltarán ganas de vencer y orgullo, espero que a nosotros tampoco.