6 de noviembre de 2017

LA CARA B || ESPERANDO EL 'FIN DE CICLO'


Por Alejandro Arbelo. 

De Madrid al averno, que no al cielo. El partido del Bernabéu, que se antojaba desde el principio como inoportuno en el calendario por el acontecer amarillo, acabó como era de esperar con una derrota, eso sí, menos abultada de lo que se vaticinó durante la semana. Ciertamente nunca es buen momento para visitar el coliseo blanco, mucho menos si perteneces a ese grupo de clubes de la denominada "otra Liga", y si lo que te estás jugando es el ser o no ser en la categoría. Chamartín es terreno abonado generalmente para la derrota -más aún para una U.D. que cosecha allí 34 con la de ayer-, y en donde aspirar a revertir dinámicas negativas es poco menos que una quimera. 

Tras otra semana complicada con nuevos episodios extradeportivos -la enésima desde que Quique Setién anunciara su marcha el curso pasado-, los amarillos viajaron a Madrid con la difícil papeleta de dar la campanada y asestar una estocada en el corazón a los merengues, que venían también de su particular semana crítica, con dos derrotas primerizas, ante el debutante Girona y en su primera visita a Wembley en Champions. En este duelo de urgencias, presagiaba la parroquia amarilla una nueva debacle histórica y desangrado en forma de goleada...

Como un mal estudiante, Ayestarán, que no había hecho los deberes hasta la fecha (4 derrotas en 4 partidos ligueros), asumía el más difícil todavía y aspiraba a sumar sus primeros tres puntos con U.D., cortar su tremebunda racha personal (11 derrotas seguidas hasta ayer como entrenador de Primera) y salvar de paso el puesto, aprobando un examen señalado, y no precisamente de una asignatura María...Algo cuando menos, complicado.

Aún así, hacer depender la continuidad de un míster del resultado cosechado en una visita al Real Madrid se antoja injusto para cualquiera, no obstante, de dicho tanteo, así como de las sensaciones transmitidas, dependía hoy el cese fulgurante o no del técnico vasco. Las Palmas cuajó una buena primera mitad, llegando a ganar la posesión del balón al conjunto blanco y realizando alguna acción de toque y contra bastante meritorias. Vitolo, como brújula del equipo, capitaneó a un conjunto bastante solidario durante los primeros 40 minutos, pero rígido en su juego. Los amarillos, pese a ello, volvieron a caer goleados por un Madrid que no forzó en ningún momento la maquinaria...


No nos engañemos. La suma de puntos fluida, el juego vistoso y los nuevos bríos en el ánimo del conjunto amarillo, en aras a una salvación holgada, no se esperan. No se trata de pecar de pesimismo, sino de analizar de forma crítica la situación e interpretar las sensaciones. Con un simple repaso de la trayectoria de esta UD, pueden distinguirse rasgos comunes a esas otras historias, tantas veces contadas, de equipos que sumaron pifia tras pifia (a todos los niveles) y terminaron dando con sus huesos en Segunda. La moral frágil, la baja forma de muchos amarillos y el no saber a qué se juega, así como el desencanto de la afición y la percepción de que no hay capacidad desde el banquillo para sacar esto adelante nos colocan a la espera de un nuevo y prematuro fin de ciclo, que no por previsible, deja de ser lastimoso. Ciertamente, presumo que en breve veremos al entrenador de Las Palmas salir por la puerta de atrás (salvo resurgir sorpresivo). Haría bien entonces la directiva de U.D. en invertir en el equipo y esmerarse en la contratación de un técnico de garantías, capacitado y con experiencia en gestión de vestuarios como el amarillo; y menos en rogarle editoriales a Pedrerol o encargar el bordado de banderas en la camiseta...

Vamos U.D.




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