Esta UD acumula 10 goles en esta 'gira' por la península. Acumula, en su haber, dos hat-tricks, el de Vietto, gafado en su etapa en el Atlético de Madrid y resucitado por Marcelino y la defensa amarilla en esta semana y el de Olunga, en una segunda parte que pasará a ser recordada como una de las mayores humillaciones de una UD que jugaba contra el Girona, en Montilivi, un estadio entregado y que se frotaba los ojos ante lo que su equipo -trabajadísimo, por un excelente técnico, Pablo Machín- estaba haciendo con un guiñapo, con una caricatura gris, como su camiseta y sobre la resplandecía un escudo mancillado, herido. Porque se puede perder. Se puede descender. Es lo que hay, este negocio está montado así. Los presupuestos marcan el camino y el nuestro es luchar por la supervivencia año tras año hasta que suene la flauta, pero los errores de planificación de esta UD que pretende reconstruirse en un tiempo record, mientras se ata los cordones de las botas y pierde puntos de manera sangrante parecen no tener solución. El efecto de la llegada de Paco Jémez es sólo ya una nebulosa en aquellos días felices en los que no había fútbol, en los que los partidos eran invención y no realidad, en los que se soñaba con qué podría hacer el nuevo técnico con una plantilla repleta de peloteros, con querencia por un fútbol ofensivo y, bueno, aunque se encajasen goles íbamos a disfrutar, pero una vez más la realidad nos da una hostia en la cara . El fútbol - ficción es una patraña.
La primera parte del partido el equipo estuvo serio, estable hasta que un error infantil de Ximo Navarro y Momo esperando que el árbitro pitase una falta provocó que Portu encarase la portería solo y que fuera derribado de forma evidente, excesiva por Javi Castellano. El gol de penalti lo marcó Stuani y así concluyó la primera parte. El equipo parecía aseado, con un centro del campo poblado con Peñalba, Javi, Jairo, Viera, Momo y Toledo ideado para tener el balón, para ser protagonistas y no para ir a remolque como así estaba sucediendo; y aún así, aún con todo, con el 1-0 y con poquísimas apariciones en ataque el equipo acabó la primera parte con posesiones largas, pero sin preocupar a Bono. Pero fue un espejismo que daría para secuela de Disney.
El segundo acto contó con el cambio de Stuani por Olunga en el descanso. El charrúa se resintió tras un golpe con David García y se quedó en la caseta. El cambio, inocente en un principio, determinó el resultado ya que el delantero keniata anotó, como decíamos, un hat - trick, el primero de un jugador del Girona en la élite y el primero suyo, por supuesto, pero lo peor fue el cúmulo de errores groseros en los que se vieron envueltos los defensores de una UD que no dieron el nivel, a los que la situación les superó en todo momento: el segundo gol se produce por un centro de Mojica al que David García llega tarde y que remata Olunga; en el tercero, Borja García aprovecha un error de David García y Ximo Navarro al intentar sacar el balón jugado llegándole el balón al extremo y cruzándosela a un Raúl que no pudo hacer nada. El cuarto llegó tras un error de Raúl al intentar controlar un balón con los pies y que erró de forma terrorífica, dándole el balón a Olunga, que remató a puerta vacía. El quinto retrata a David, gran capitán amarillo, pero que no está, que jugó muy mal; un balón, siendo él el cierre de la defensa en la que pierde de forma lamentable con un simple cuerpo a cuerpo con Olunga que cede a Portu y que en un uno contra uno con el portero amarillo lo supera picándole el balón. El sexto llegó tras aprovechar Olunga un rechace al larguero.
La UD acabó el partido con un 60% de balón y 3 tiros a puerta. La apuesta ofensiva de Jémez no salió. Desbordados por completo, repletos de errores infantiles, la UD debe reflexionar sobre este partido, sobre el futuro inmediato y que esto jamás vuelva a repetirse. Se puede bajar, pero no así.