Alejandro Arbelo. En
un contexto distinto se hubiera calificado el partido del Wanda
Metropolitano como de la denominada “otra liga”; encuentro de esos destacado
en el calendario que se disputa con el mayor decoro posible a la espera
de rivales más propicios, de similar nivel. Ni ese lujo se podía permitir la UD ayer. Penúltimos y con 14
puntos superada la primera vuelta de la competición, el choque contra el Atlético de Madrid ahora sí
era de nuestra Liga (como todos en lo sucesivo). Tocaba obviar
la grandeza del conjunto rival y el imponente escenario para continuar la
escalada hacia la luz. Eso, en la
teoría. En la práctica todos éramos conscientes de la dificultad que entrañaba pescar en el nuevo feudo rojiblanco,
donde además debutábamos. La misión, en definitiva, implementar los cambios, progresar adecuadamente y plasmar las directrices
de Jémez. Y si se podía rascar un
puntito (o tres),
mejor que mejor…
Pero no pudo ser. Las Palmas desarrolló una primera mitad muy aseada en el plano defensivo (para el comentarista de BeIn, el mejor primer tiempo de los amarillos este curso). Cierto es que la escuadra amarilla mostró una versión más sólida, con más hechuras de equipo y mayor solidaridad y esfuerzo colectivo. Ahí la nota positiva del partido, la mejor lectura posible. En los segundos 45 minutos, tres errores de los habituales en la salida de balón nos condenaron a un 3-0 final, tal vez excesivo, pero que certificaba una derrota justa. Leía en Twitter que esta vez Las Palmas perdía, pero dejando unas sensaciones bastante distintas a las del estropicio mayúsculo de Girona. Así fue. Faltó otra vez mordiente y profundidad arriba, pero el equipo tuvo fases de control del balón y mostró mejor ánimo y entereza tras los golpes que le asestó el Atleti.
Pero no pudo ser. Las Palmas desarrolló una primera mitad muy aseada en el plano defensivo (para el comentarista de BeIn, el mejor primer tiempo de los amarillos este curso). Cierto es que la escuadra amarilla mostró una versión más sólida, con más hechuras de equipo y mayor solidaridad y esfuerzo colectivo. Ahí la nota positiva del partido, la mejor lectura posible. En los segundos 45 minutos, tres errores de los habituales en la salida de balón nos condenaron a un 3-0 final, tal vez excesivo, pero que certificaba una derrota justa. Leía en Twitter que esta vez Las Palmas perdía, pero dejando unas sensaciones bastante distintas a las del estropicio mayúsculo de Girona. Así fue. Faltó otra vez mordiente y profundidad arriba, pero el equipo tuvo fases de control del balón y mostró mejor ánimo y entereza tras los golpes que le asestó el Atleti.
Sobre los jugadores. La actitud es otra. No cabe duda de que el equipo está haciendo progresos. Eso sí, el estado de forma
y la motivación cuentan; y si a eso nos
atenemos, Alejandro Gálvez es el hombre de la UD. El principal baluarte
en defensa. Gran fichaje. Siembra más dudas Jairo, que no termina de convencer a la parroquia amarilla (habrá
que darle más tiempo). Peñalba rinde
y va ganando adeptos y Toledo, por
su presencia en el juego, desborde y velocidad, parece más un nuevo fichaje que
uno de los jugadores que empezó la temporada. Sus apariciones contadas hasta no hace mucho, otro de los misterios de la UD de este
año. Sobre Viera y Calleri, poco más que añadir que no se
haya dicho antes. Compromiso y entrega, al margen de lo acertados o no que puedan
estar. Habrá que recuperar para la causa
a otros como Dani Castellano…
En el camino. Si Las Palmas sigue fortaleciendo ciertos aspectos vistos contra el Valencia y los rojiblancos, la salvación aún es posible. Ya no solo
porque los números así lo acrediten (terminamos la jornada a 5 puntos de salir
de la zona roja), si no porque el equipo empieza a transmitir y quedan partidos por jugar. Las
Palmas es un enfermo que aún respira
y está empezando a sentir los efectos del
tratamiento de choque del nuevo míster.
Para darnos por muertos, aún queda.
Contra el Málaga,
primera final. El
partido contra el equipo malacitano, un lunes, en horario tardío y previsiblemente con frío, pero con promoción para los abonados. Nos separa un punto. Rival directísimo
y sensación de que si se pincha contra ellos, se bajaría el telón casi definitivamente para la UD, teniendo entonces que aguantar
estoicamente el suplicio liguero hasta mayo. Pero para eso, aún hay que jugar.
Yo sigo pensando que sí, se puede. Vamos UD.