El Valencia eliminó a la Unión Deportiva casi sin despeinarse. Los amarillos rindiendo a un paupérrimo nivel y ni siquiera se pueden considerar sparring de un Valencia que les arrolló de principio a fin. Las Palmas tiene ya lo que deseaba, el calendario despejado para centrarse en la liga, pero las sensaciones que deja esta eliminación no puede ser más nefastas.
Las Palmas comenzó el encuentro bien plantada sobre el terreno de juego. El equipo amarillo arrancó el choque realizando transiciones rápidas que, sumadas a la inicial presión alta de los de Paco Jémez, parecían evidenciar un cambio de actitud. No obstante, la verdadera prueba de fuego era el nivel de la zaga y ahí, como el algodón, Las Palmas no engaña. Cada ataque valencianista tenía marchamo de gol, se intuía el peligro, se olía el temor ante la fragilidad del entramado defensivo amarillo. Un par de ocasiones claras disfrutaron en los primeros diez minutos, la falta de acierto en el remate o en el pase final por parte de los locales ayudaron a mitigar el sufrimiento amarillo. Las iniciales sensaciones se desvanecieron como el "chissss" de una gaseosa.
El partido evolucionaba siempre en el mismo sentido: la portería de Raúl Lizoaín. La única diferencia era el nivel de inclinación del campo, en ocasiones más acuciado que en otras, pero siempre era la misma historia: ataque del Valencia y sufrimiento amarillo. Nacho Gil y Zaza dispusieron cada uno de al menos un par de ocasiones para en los primeros 25 minutos estrenar el marcador, pero en dos ocasiones Lizoaín y en el resto la falta de puntería, mantuvieron el arco amarillo incólume.
Vietto Superstar, hat-trick tras un año sin marcar un sólo gol. Foto: ©LaLiga.es |
Era cuestión de tiempo nada más que el Valencia venciera la resistencia que ofrecía los 3 palos amarillos. En el enésimo ataque local, un centro al corazón de Nacho Gil acabó con un excelente remate de plancha de Simone Zaza al que respondió magníficamente Lizoaín con un enorme paradón. No obstante, la fortuna no terminó de sonreír a los amarillos y el balón cayó muero a los pies de Luciano Vietto que con todo el arco para él remató fuerte arriba para cantar gol a pesar del estéril intento de Lizoaín de reaccionar con rapidez (1-0). Un gol que ponía justicia, mucha justicia, a lo visto hasta ese momento sobre el terreno de juego.
La diferencia entre ambos equipos era mucho mayor sobre el terreno de juego que lo que reflejaba el marcador. El Valencia se gustaba con un alto nivel de juego (rapidez, verticalidad, intensidad y criterio) frente a una Unión Deportiva empequeñecida por sus propias taras y la presión asfixiante del rival que no dejaba de atosigarla.
Aún en inmersa en la más profunda oscuridad, esta UD siempre da espacio para la esperanza. Una tímida reacción en los últimos instantes del primer periodo acabaron con dos ocasiones claras de Lemos y un gol (mal anulado) a Jonathan Calleri tras interpretar que el argentino derribó al portugués Vezo antes de conectar su remate a la red. Pese a esta polémica, lo mejor de esta primera parte fue sin duda llegar al descanso con tan exigua diferencia en el electrónico.
Impotentes, los jugadores amarillos jamás pudieron con los ché. Foto: ©LaLiga.es |
No hubo tiempo para soñar con una reacción amarilla que diera picante a la segunda parte. No se habían alcanzado los 5 minutos desde la salida de vestuarios y otra vez Luciano Vietto marcaba y prácticamente sentenciaba el partido y la eliminatoria. Una gran acción individual de Andreas Pereira arrastró a un alocado Mauricio Lemos que dejó a Vietto sólo tras ser asistido por Pereira. El argentino ante Lizoaín definió con una tremenda tranquilidad y clase picando el balón sobre el portero amarillo (2-0). Y escasos 4 minutos después el enésimo despropósito amarillo en la salida de pelota desde atrás permitió que Maksimovic empalmara un durísimo disparo desde la frontal a la escuadra totalmente imparable (3-0). Con ese gol se enterraba definitivamente toda esperanza amarilla y se despejaba toda duda acerca del vencedor de la eliminatoria.
El resto del encuentro fue un acoso y derribo del arco amarillo con un Valencia que se divertía contra un rival infinitamente inferior. Un cúmulo de ocasiones naranjas con una intensidad y un ritmo que atropellaba a un rival que no encontraba el espacio ni el momento para respirar, pensar y reflexionar. Una nave repleta de vías de agua imposibles de achicar. Tan absortos estaban en no se sabe qué, que Lizoaín ofreció a Vietto la oportunidad de chutar a gol desde 40 metros y anota el 4-0. Un hat-trick regalado para un goleador que no marcaba desde hacía más de un año.
Paco, ¿tú sabías donde te metías?. Mucho tendrá que arreglar, que cambiar, dar una vuelta completa al calcetín prácticamente, para lograr salvar a un equipo que sólo da muestras de estertores y no de reacción. Por fin la Copa deja de molestar y los amarillos se pueden centrar en la Liga. Ganar en Montilivi es una imperiosa obligación.