El partido era un drama. Lo sabían los jugadores, lo sabían los aficionados. Y el duelo empezó como un rayo para la UD. En el 4', Alen Halilovic robó un pase paralelo ramplón de la defensa coruñesa para avanzar hasta la frontal del área disparando y superando a Rubén Blanco, portero deportivista. Era el inicio soñado, por supuesto. Pero era muy pronto. Prontísimo.
Minutos después hubo un disparo peligroso de Halilovic que salió lamiendo el palo y el ataque de la UD desapareció. El resto de la primera parte fue un monólogo del Deportivo, que sometió a los amarillos con una sucesión de córners, 5 en el primer acto; fruto de esto llegó el empate gallego con un remate de Albentosa que Aquilani defendió bastante mal, lento, llegando tarde. Era el 21'. En general, el equipo parecía desaborlado por minutos; los gallegos, más por empuje que por claridad en la acciones, sometían a una UD agazapada y que en ataque se reducía a balones largos a Calleri que no producieron ningún beneficio.
Una apertura a banda de Halilovic para Momo que cruzó el de Las Torres para que Calleri rematase estuvo a punto de ser el segundo gol amarillo. De hecho entró el balón porque hubo un barullo entre Sidnei, Calleri y Vicente en el suelo, pero la jugada se anuló por fuera de juego del argentino. Segunda llegada peligrosa del equipo y gol, aunque anulado.
El miedo atenaza y la segunda parte arrancó con ambos equipos dudosos, como si tras el paso por vestuarios lejos de tranquilizarlos les hubiera supuesto una montaña de responsabilidad. El Deportivo lo intentó más, empujó durante todo el duelo, pero el segundo gol no llegaría. El tiempo iba pasando y el espectáculo se tornaba en más drama para dos equipos que no podían. El Deportivo tuvo opciones: un remate de Andone en un córner, otro de Lucas Pérez y la UD sólo dispuso de una jugada de Alen Halilovic, el mejor de los amarillos hoy, aún con sus intermitencia en el juego, en la que el croata avanzó con la pelota pegada al pie y Albentosa, el defensa que cerraba atrás a su equipo resbaló, disparando el croata y parando Rubén, en la mejor y única posibilidad grancanaria en una segunda parte pobrísima si recalcamos que el equipo necesitaba ganar.
Paco Jémez sentó a Calleri y metió a Erik tratando quizás de no tocar el equipo como el otro día, por evitar que se derrumbara el castillo que se sostenía a duras penas y el cambio no se notó. No es culpa del canterano, claro. Ni del argentino, pero sirva el hecho como muestra de un año bochornoso. Ezekiel, último en venir, vio el partido sentado en el banquillo. Ni está, ni se le espera. Como a esta UD que a 17 de marzo suma 21 puntos y está a 6 puntos de la permanencia a falta de 9 partidos para acabar el año. El único asterisco al que aferrarse es el duelo en el Ciutat de Valencia de dentro de quince días. El invierno ha llegado.
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