A veces tengo ganas de despertarme y descubrirme acostado con Belén Rueda. O con Antonio Resines. Al caso es lo mismo. Despertar y descubrir que todo ha sido un mal sueño, con un pésimo guión, producto de una mala digestión por haber cenado fuerte. Pero no. El golpe que sufre hoy el Guanarteme Ramírez y toda su estructura es tan grave que probablemente ya nada será igual. Se levantan alfombras, se abren cajones, se espabilan conciencias, se publican noticias que dejan desnudo e indefenso a un empresario que construyó un imperio sin cimientos. Y que todavía hoy es presidente de la UD Las Palmas, siendo además máximo accionista.
No, Miguel Ángel Ramírez no salvó a la UD Las Palmas. Este club fue rescatado por miles de ciudadanos como tú que en el momento de la conversión en Sociedad Anónima Deportiva (aquello si fue estar a punto de desaparecer) fueron y compraron una acción que costaba 10.000 pesetas y que hoy no vale apenas nada. Fue salvado, involuntariamente por decenas de empresas que se vieron abocadas a la quiebra cuando gracias a la ley concursal un juez les dijo: ”en aplicación de la norma no van a cobrar la totalidad de la deuda pendiente”. Fue salvado gracias a las decenas de miles de aficionados que se han seguido abonando, y gracias a los acuerdos firmados con los sucesivos gobiernos cabildicios, discutibles y discutidos sobre todo en tiempos de crisis.
En el peor momento, con el club intervenido en el proceso
concursal, apareció la figura de un juez con aspiraciones mesiánicas que
disfrutó durante meses de alabanzas, palmeos en la espalda, entrevistas
mediáticas y un puesto fijo en el palco de autoridades. Donde mejor se ve el
fútbol. Y Ramírez tan sólo tuvo la suerte de ser el presidente que asistió como
espectador a un proceso insólito.
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Tuvo mucha suerte Ramírez de tropezar con este juez. En
general ha tenido mucha suerte en múltiples aspectos. No le voy a negar trabajo
y tesón. No le voy a negar tampoco el amor que dice sentir por el club. Que no
es mayor ni mejor (aunque él no esté de acuerdo) que el que sentimos el resto
de amarillos que a su entender solemos estar equivocados.
Me pregunto por qué en el mundo del fútbol, no sólo en
nuestra tierra, existe el convencimiento de que los clubes deben ser
administrados por los más afamados y ricos empresarios de éxito. Señores que
por suerte o por buena gestión han triunfado en múltiples sectores
empresariales y, sólo por eso, están al parecer en disposición de administrar
un club deportivo profesional. Sé que son ellos (hacen falta locos para esto) los que ponen más dinero del debido para hacer fichajes. El fútbol es un gran
negocio. Aunque tampoco ha sido exactamente ése nuestro caso. Desde luego
comparándolo con otros bien conocidos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9JgfFAf9WhGR2uIPCoWOzZiLvO1SnghaR0RllGM7aZxSz8ZFPB8G9ToWlKVaXHVJqIiXCAQEhWZcOiM2kCfSjGnU0eeQCNEyxVjJxzdcvl4RdIfYJVUQ3d43R3vRFOAjc_hIQirhyphenhyphenLBc/s640/Presentacio%25CC%2581n+Campan%25CC%2583a+Abonos+17-18+++009_.jpg)
El gran problema actual no es que la UD Las Palmas haya
descendido a 2ª división. Nos hemos visto mucho peor… No hay que mirar muy
lejos en el tiempo para recordarlo. No sirve de nada eso de “somos una afición
y una ciudad de primera y merecemos estar en primera”. No. Eso hay que
merecerlo en el césped, en el vestuario y en las oficinas del club. Lo peor de
la actual situación es que el barco va sin rumbo y el capitán no está a bordo.
El capitán descolgó hace un tiempo su barco salvavidas y puso rumbo al Caribe.
Adonde se está llevando su patrimonio, donde no le conocen y donde, por el
momento, no tiene problemas judiciales.
Porque aquí los tiene. Era algo sabido, no nos enteramos por lo que publican hoy los diarios. Múltiples, complejos y prolongados en
el tiempo. Su castillo de naipes se ha derrumbado y tiene importantes problemas
profesionales que nada tienen que ver con la Unión Deportiva. Eso (es
perfectamente entendible) le hace priorizar. Para mi también es más importante
mi familia y mi trabajo que mi afición por el fútbol. No hay reproche al
respecto. Pero en esas ocasiones hay que saber renunciar, hacerse a un lado,
delegar. Como quieran llamarlo. Aunque son verbos que no tienen encaje en el
comportamiento habitual del señor Ramírez.
Los amarillos estamos hoy tristes, es inevitable. La clave
está en saber digerir esa tristeza. La mejor manera es mantener intactos los
valores deportivos del club que, esos sí, pertenecen a la afición. Las acciones
se compran y se venden. Los valores no. Podemos sentirnos orgullosos de ser
amarillos y de intentarlo año tras año. La capacidad de salir adelante nos
pertenece.
Como dice Fred Kofman, no hay garantía frente a la tristeza. "Los que son felices porque les ha ido bien, no se dan cuenta de que han vivido
bien… hasta hoy". A esos les costará el triple recuperarse. El ciclo de Ramírez
terminará. No sé si este año. No tengo ni idea de cuándo ocurrirá. Pero lo
hará. Entonces recuperaremos el club. Y la ilusión.