Sin dilación. La junta que preside Miguel Ángel Ramírez hizo ciertos los constantes rumores de destitución de Manolo Jiménez en caso de no lograr la victoria ante el Granada. El empate cosechado ante el líder no impidió la funesta decisión de prescindir de los servicios del técnico andaluz. La penosa imagen mostrada, a medias entre impotente y paupérrima, provoca la decisión del relevo en el banquillo. El nuevo inquilino es un viejo conocido: Paco Herrera. El que fuera técnico del último ascenso a Primera División toma el mando de la nave amarilla.
Las voces en el entorno de la Unión Deportiva eran mayoría en las últimas semanas y en la noche de hoy, sin acabar el partido aún, eran prácticamente unánimes: Manolo Jiménez no estaba dando la talla. El técnico de Arahal, campeón de todo en Grecia, no cumplía con ninguna de las expectativas depositadas en él. Jamás se le pidió que pintara la Capilla Sixtina, pero sí a un pragmático enfermizo que obtuviera los resultados. Y estos nunca han llegado. En el fútbol no se vive del recuerdo, ni de las buenas intenciones ni de las conjuras ni las promesas de trabajo y más trabajo. Aquí mandan los euros y/o los resultados. Y prácticamente en la mayoría de los casos van juntos de la mano.
La trayectoria como amarillo, señalada para alcanzar la gloria, acaba con un cese fulminante tras 15 partidos (14 en Liga y uno en la Copa). Sus números muy lejos de lo esperado para un equipo que, por inversión y nombres, no aspiraba sólo a ascender directamente, sino a campeonar. El contador ser para en 14 partidos de Liga, con 5 victorias, 7 empates y tres derrotas con 19 goles a favor y 12 en contra, dejando al equipo 6º en la tabla clasificatoria con 22 puntos a 6 del líder. Por la Copa, tan sólo un partido que acabó en otra decepción al ser eliminados a partido único en el Gran Canaria por 1-2 ante el Rayo Majadahonda.
En la Unión Deportiva de los 600 partidos del Califa de Tamaraceite ha habido siempre una máxima que se ha repetido temporada tras temporada. Los adiós nunca son para siempre, sino un hasta luego. Las segundas, y en ocasiones terceras oportunidades, están ahí siempre. Puertas giratorias para jugadores y entrenadores queridos, respetados y otros, bueno no tanto. Y aquí regresa un Paco Herrera que despierta simpatías por ser uno de los artífices del último y ansiado ascenso pero que, con la estadísticas en mano, genera tantas luces como sombras. ç
¿Qué ha sido del bueno de Paco en este tiempo en la que UD discurrió en primera división para luego volver a caer a Galeras?. A excepción de esta temporada hasta ahora, no había dejado de entrenar. Una temporada completa con el Valladolid, donde no consiguió el objetivo del ascenso, y otra media como revulsivo en un Sporting de Gijón que tampoco materializó su objetivo. Lejos de los focos, parecía que su suerte se le había hecho esquiva, y esperaba su oportunidad en, quizás, algún banquillo de un equipo en apuros sin demasiado lustre.
La llamada de la Unión Deportiva le rescata de la oscuridad y le pone de nuevo delante de los focos de uno de los máximos favoritos. Llega a un equipo desnortado, sin guión, despersonalizado a pesar de la calidad que atesora su plantilla, y con la acuciante necesidad de recuperar un crédito perdido a pulso en partidos donde a ratos se paseaba por la avenida de ignominia y en otros por la mayor de las indolencias. Y arriba con la exigencia de obtener resultados inmediatos, con un cuarto del campeonato consumido, las dudas deben ser despejadas y recuperar por derecho propio la vitola de equipo de ascenso.