Una UD que lleva ocho partidos sin ganar y que ha prescindido de Manolo Jiménez llegaba a Cádiz, equipo al alza tras acumular 7 partidos sin perder- seis victorias y un empate- y ese choque de inercias se hizo patente en el Ramón de Carranza. El equipo amarillo, que volvió a buscar en los brazos de Paco Herrera el recuerdo del ascenso, la ilusión, como si su sola presencia fuera a ordenar todo y, de repente, la maquinaria comenzara a funcionar.
Su primer once fue Raúl, Lemos, Mantovani, Deivid, De la Bella en defensa, con Javi Castellano, Timor y Tana y arriba Mir, Araujo tirados a las bandas y Rubén.
El ímpetu cadista se hizo corpóreo desde el inicio, la presión que generaban en la salida de balón de cada jugada de la UD provocó algún error en la salida que enraizó esa idea en los locales y aturulló a la UD.
En el 10' un centro local al que no llegó Raúl Fernández y que tocó Deivid acabó siendo el primero del partido en propia meta.
El partido no se serenaba y, poco a poco, el equipo iba mostrándose más en ataque, sin ser un vendaval, ni mucho menos, el balón era amarillo, en el 27' la UD tenía un 67% del balón, pero Cifuentes, portero cadista, estaba viviendo el partido sin excesivo trabajo. Ahí estaba el debe, claramente. Pese a todo, el equipo estaba en pleno crecimiento en el partido.
Esta inercia fue menguando y el Cádiz descubrió un hueco por la banda derecha con Salvi y Rober Correa que continuamente sometían a Alberto de la Bella a superioridades. Lekic estuvo a punto de anotar en un par de jugadas similares al gol del Cádiz. Centro al primer palo que estuvieron cerca de ser rematados o que sólo necesitaron algo más de pericia por parte del delantero, pericia que llegó en el 43' cuando Manu Vallejo se aprovechó de otro dos para uno con De la Bella para cruzar el balón ante Raúl y hacer el segundo.
La mejor jugada amarilla en la primera parte había llegado minutos antes con un centro de Lemos y un remate de Rubén al aire, en una jugada algo extraña en el certero jugador de La Isleta.
Con el 2-0 se llegó al descanso y el souflé de la llegada de Herrera ya estaba por los suelos, como es obvio, quedaban, eso sí, minutos para solventar el entuerto.
Al descanso entró Danny Blum y salió Rafa Mir, quizás tratando de buscar tapar el descalabro que le estaban haciendo a De la Bella las incorporaciones cadistas.
Un error en la salida de balón de Martín Mantovani, desacertado todo el duelo, provocó una contra peligrosísima del Cádiz que erró en el último pase, pero que estuvo cerca de ser el tercero.
En realidad el partido estaba dejando claro que las inercias con las que ambos equipos habían llegado al duelo se estaban cumpliendo, el Cádiz reforzado en su idea, con la seguridad de los números en su mochila, sabía lo que tenía que hacer frente a una UD que, con el cambio de míster está en un proceso de reconstrucción, de conocerse, de laboratorio, pese a que la temporada va ya por el kilómetro 14 con los equipos como un tiro, donde nadie espera a nadie, donde hay que sumar obligatoriamente en ese proceso de fijar a lo que se quiere jugar. Con la sensación de ir a remolque casi desde el inicio.
En el 70', a la salida de un córner el Cádiz anotó el tercer gol tras ganar Marcos Mauro un balón a Deivid y aprovechar Sergio Sánchez un balón suelto en el área.
Paco Herrera movió el banquillo sacando a Maikel Mesa y a Pekhart por Javi Castellano y Rubén Castro.
Precisamente el checo anotó el tanto de la UD en el 78' tras un pase al espacio de Maikel Mesa a Álvaro Lemos quien cedió al delantero amarillo que sólo tuvo fusilar.
Para rematar el partido nefasto, en la última acción del duelo, Alberto De la Bella perdió un balón en área pequeña de manera grosera, sorprendente para un veterano y en el que Salvi fusiló a Raúl Fernández.
Así concluyó el partido, con un Herrera que regresa a la isla con una montaña de deberes por hacer para una UD que ha tocado fondo y que sale de los puestos de promoción tras encadenar nueve partidos sin ganar. Hay tiempo, sin duda, pero ir a remolque y encajar estas deshonrosas derrotas, viendo al equipo tan deshecho no entraba en los planes de nadie.
foto: la liga