Tras la extrañeza que supuso viajar hasta Barcelona y no jugar el partido ante el Reus la semana pasada y con la lejanía que supone recordar el partido frente a Osasuna, parece que hace una vida de aquello, la UD jugaba en el Nou Estadi de Tarragona ante un Nàstic que sólo había sumado 17 puntos en la temporada con la imperiosa necesidad de ganar y tratar de recuperar todo lo que se ha perdido por el camino porque dada la situación la UD tiene ante sí una dicotomía: remontada, escalada o fracaso ya que eso nos vendieron en verano el, por entonces, entrenador, Manolo Jiménez y con ese objetivo vino Herrera. Ganar o nadar en la melancolía, esa que parece haberse instalado en la Unión Deportiva desde hace dos años con un carro de decisiones erróneas todas en fila.
El partido se inició con un Nàstic de Tarragona pujante, incisivo con ganas de cercar la portería de Raúl y ahí destacó especialmente el carrilero Pipa quien complicó a Dani Castellano como un martillo todo el partido, especialmente en la primera parte. La gran mayoría de los ataques tarraconenses acababan o empezaban en él, un jugador que acaba de llegar de la cantera del Espanyol en el mercado de invierno.
En el 14' llegó la mejor (y única) ocasión amarilla en el primer acto cuando Maikel Mesa tocó con suavidad un balón en el centro del ataque y el esférico llegó a Fidel quien solo, delante de Bernabé, portero local, pero no supo definir ante la salida eficiente del guardameta. El resto de la primera parte fue un quiero y no puedo de un equipo que, una vez más, decepcionaba.
El Nàstic insistía y la UD se guarecía, trataba de mantener el cero en la portería unas veces por Raúl, fantástico en dos intervenciones, otras por Eric Curbelo, muy bien al cruce el canterano en varias ocasiones y en otras la incapacidad local ante la meta amarilla (el Nàstic ha anotado hasta este partido 13 goles en toda la temporada)
En el 57' Herrera ya había metido a Araujo y a Lemos por Maikel Mesa y Fidel, cambios más que previsibles no ya por su propio partido, sino porque a veces pareciera que estos están estipulados o marcados casi desde el inicio del duelo. Eran, además, una señal de que el avispero no se estaba moviendo en el lugar que más le interesaba a los amarillos y era el regreso del tridente de los grancanarios con minutos por delante para resolver la papeleta en un partido que estaba resultando soso e insuficiente, sin embargo esta probatura sólo duró diez minutos porque Herrera metió a Momo por Rubén en el 67'.
En el 70' Thioune veía la segunda tarjeta amarilla por un codazo innecesario y los locales se quedaban con diez. En el 78', un pase al espacio de Timor para la incorporación de Dani Castellano generó un pase del gemelo al corazón del área para que Momo rematase solo, con toda la portería a su disposición, pero el chut se fue fuera en otra ocasión clarísima.
En el 86' un chutazo de Rafa Mir contó con un paradón de Bernabé y a la salida del córner Rafa Mir golpeó el balón en el primer palo y el balón llegó a Momo quien, con toda la portería para él, disparó y Noguera despejó bajo palos. Una metáfora del devenir de un equipo que creía que subiría casi por derecho propio y que ahora se debe contentar con un punto en casa del colista.
La UD, con este empate, se sitúa en el puesto doce a nueve puntos de la promoción de ascenso y a siete del descenso, con la duda de qué sucederá con el partido ante el Reus.