Los amarillos caen en su estadio y dicen adiós al
sueño del ascenso. Tras una primera parte deplorable, el equipo reaccionó en la
segunda, pero fue insuficiente. Lastrado por su carencia de gol acabó hincando
la rodilla tras un contragolpe del Elche a cinco minutos del final.
La
Unión Deportiva saltaba al césped del Gran Canaria con la obligación de ganar
si realmente quería seguir manteniendo el discurso de una promoción de ascenso
posible. Pepe Mel nuevamente introdujo cambios, forzado por las bajas. Premió a
Maikel Mesa con la titularidad pero con éste pegado a la banda derecha, dejando
a Fidel Chaves en la banca. Por la otra, Srnic, un jugador que no resta pero
que tampoco marca las diferencias que este equipo necesita. En punta Rafa Mir y
Rubén Castro, escoltado en la sala de máquinas por Peñalba y Galarreta.
El
equipo amarillo intentó asociarse desde el primer instante pero es un equipo
que está maniatado por sus carencias y las urgencias clasificatorias. La
fluidez brilla por su ausencia en un juego amarillo lento, anodino y totalmente
predecible que facilita las tareas defensivas del rival. Y más cuando el
conjunto contrario está bien trabajado tácticamente. El Elche prácticamente
cedió campo y balón a los amarillos para armar rápidas contras sabedores de que
disfrutarían de sus oportunidades. Y así llegaron las mejores ocasiones
ilicitanas, arrancando en su mayoría por las bandas, con Nacho Gil y Josan,
buscando las diagonales y la llegada de Yacine y Nino por el medio.
Del
ataque amarillo no se tuvo noticias hasta el minuto 43 con un disparo de Rafa
Mir al muñeco tras un mal despeje de la zaga ilicitana. Hasta entonces, jugadas
deslavazadas, sin fluidez ni intensidad que jamás inquietaron al Elche y sí a
su parroquia que, en varias ocasiones, hicieron sonar los pitos para mostrar su
disconformidad. La impotencia se hizo notable con el número de cartulinas
amarillas con las que cargaba el equipo a la hora de ir a los vestuarios.
Vieron amarilla en los primeros 45 minutos tanto Cala, como Lemos, Peñalba y
Galarreta.
Pepe
Mel tomó nota de las carencias de la primera parte y no esperó para realizar
cambios y mejorar el equipo. El primero fue dejar al argentino Peñalba en el
vestuario. EL número 22 se mostró nervioso y desquiciado por momentos (su
amarilla fue por protestas airadas) y no aportó ni solidez ni trabajo táctico:
totalmente prescindible. Además aliviaba al equipo de una amarilla en una zona
clave donde se debía imprimir mayor intensidad para ganar el partido. Entró
Momo que se movió al centro y se liberó a Galarreta del trabajo táctico. También desplazó a Mesa a la sala de máquinas en el eje del campo.
En la
segunda parte el conjunto amarillo si se pareció a lo que se le presupone: un
equipo interesado en pelear por una plaza de promoción. Con los cambios táctico
y de cromos el equipo mejoró su nivel de juego y la intensidad. Fidel Chaves
entró por el desaparecido Srnic y fue clave su entrada. Aportó descaro,
intensidad, ganas y desequilibrio en tres cuartos de cancha. El equipo se
contagió de sus ganas y el equipo comenzó a acumular ocasiones en el área
ilicitana. Muchas de ellas en botas de un Rafa Mir muy activo.
La
segunda parte fue prácticamente un monólogo amarillo. La Unión Deportiva asumió
riesgos, imprimió mayor velocidad e intensidad al juego desde la entrada de
Fidel y Momo en el terreno de juego. El equipo supo asociarse alrededor del
balón y donde antes no veía pasillo de pase, ahora los encontraba. Donde antes
no sabía leer las mejores opciones ahora las veía de forma clara. Así fueron
llegando muchas ocasiones en botas de Castro, Mir, Fidel o el mismo Juan Cala.
Parecía que el gol era cuestión de tiempo, pero la ya clásica ineficiencia
amarilla de cara al gol le acabaría penando.
Corría
el minuto 85 cuando llegaría el definitivo 0-1 en una contra visitante. En una pelota suelta dentro del área va
a buscarla Carlos Castro, atacante ilicitano, y en una jugada de fútbol sala
con un movimiento y gesto técnico propio de fútbol sala, se quita de encima a
Raúl Fernández y a los dos centrales para rematar a puerta vacía. Un golazo
para el Elche y una penitencia suprema para la Unión Deportivo.
Tras el
gol, el ánimo no decayó, simplemente se precipitó al abismo del adiós a la
promoción. EL equipo bajó los brazos incapaz de volver a cargar con la piedra
de Sísifo a la que acostumbra cargar. Sí la reacción amarilla llegó en el
segundo periodo tras una deplorable primera parte, pero ésta llegó tarde y
murió a manos de la incapacidad goleadora de los amarillos y orfandad de
fortuna.
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